El confuso modelo de Leonardo da Vinci.

Hace mucho que no me paso por aquí, y es que estoy liado con exámenes y demás engorros de la vida universitaria (que también tiene sus cosas buenas), pero el otro día vi una de esas historias que encajan a la perfección en el blog. Y digo yo, que por escribir una entradita no voy a perder mucho, ¿no?

Para que sigáis leyendo, sólo voy a deciros que tiene que ver con el maestro Leonardo da Vinci, lo que debería haceros pulsar corriendo en "seguir leyendo". Allá vamos.




Bueno, nos remontamos al siglo XV, justo cuando da Vinci empezaba a pintar su famosísima obra de La Última Cena. Se sabe que el ya afamado pintor, antes de retratar a todas las figuras de dicha obra, buscó por cielo y tierra modelos en los que basarse. Al esto ser noticia, muchísimo jóvenes acudieron a la llamada del artista, para ser retratados.

La primera figura que Leonardo pintó fue, como no podía ser de otro modo, la de Jesucristo. El modelo que quería encontrar debía mostrar tranquilidad, paz, ser sosegado y trasmitir amor. Tras su búsqueda, un chaval de 19 años fue su elección. 

Tras este primer modelo, otros tantos fueron pasando durante años por su estudio en Milán, para ser aquéllos en los que se fijaría para pintar a los apóstoles, dejando para el final a Judas. Leonardo empezó por Cristo y acabó la obra por Judas.

Pero claro, si ya fue difícil encontrar esa cara amable y perfecta de Jesús, ahora necesitaba una cara marcada por la vida. Una tez oscura, desagradable y guerrillera. Necesitaba la cara de aquél capaz de traicionar a su amigo. 

Un día, llegó a sus oídos que en Roma había un preso encerrado (ladrón y asesino) que contaba con las características físicas del Judas que él buscaba. Ni corto ni perezoso, se dirigió a la capital y, con un permiso especial, este delincuente fue trasladado a su estudio milanés, donde posó para él en silencio durante meses.

Tras acabar su obra, satisfecho, Leonardo dejó que se llevaran a aquel hombre de vuelta a Roma. El "modelo" no había hablado con el Maestro en todo el tiempo, hasta que, entonces, le dijo:


- ¡Obsérvame! ¿No reconoces quién soy?

-Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde en el calabozo de Roma. - contestó da Vinci -.

-Maestro, ¡yo soy aquel joven que usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro! ¿Tanto podrá cambiar el rostro de un hombre por el tipo de vida que lleva?



Izquierda Judas. // Centro Jesús. (Mucha diferencia entre ambos personajes, ¿no?)


 No se sabe a ciencia cierta si esta anécdota sucedió así, pero la verdad es que no es una simple leyenda de internet, pues hay verdaderos eruditos, como William Barclay, que avalan la veracidad de esta historia. 

Espero que os haya gustado, si es así, puede interesarte la entrada del Cronovisor.



EduPE.

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