Mini-Curiosidades, capítulo 4.
Volvemos hoy con la serie de minicuriosidades. La sección en la que publico tres o cuatro píldoras que, a golpe de vista, enseñan algo. Quizás no tengan entidad suficiente para llenar una entrada completa, pero poseen altas dosis de curiosidad, que las hacen perfectas para leer en un momento.
Si no has leído las anteriores, te recomiendo que empieces por el CAPÍTULO PILOTO.
Si no has leído las anteriores, te recomiendo que empieces por el CAPÍTULO PILOTO.
1. Cuando el Monopoly ayudó a los prisioneros de guerra en la II Guerra Mundial.
Durante la Segunda Gran Guerra, como podréis imaginar, hubo infinidad de prisioneros. Los Convenios de Ginebra, por su parte, regulaban que, para que los prisioneros soportaran mejor los largos periodos de cautiverio, podrían recibir de sus aliados juegos de mesa, siempre entregados por la Cruz Roja. Aprovechando esta regulación, los ingleses tuvieron la genial idea de enviar (usando agentes infiltrados) montones de cajas del famoso juego del Monopoly a sus compatriotas prisioneros, pero escondiendo en dobles fondos herramientas útiles para escapar, tales como mapas de regiones, limas, brújulas, incluso pequeñas armas.
2. El origen de la expresión: Salvado por la campana.
Cuando alguien es sacado de un apuro por un evento inesperado en un momento límite, se suele decir "¡Salvado por la campana!" alegremente, pero lo cierto es que el origen de esta expresión es de lo más tétrico. En la baja Edad Media, era bastante común que, al desenterrar a algún muerto, se observaran arañazos en el interior del ataúd, lo que indicaba que esa persona había sido enterrada viva y había tratado de escapar sin éxito. Para paliar esta situación, se ideó un sistema bastante ingenioso. Se proveía a los ataúdes de un pequeño orificio por el que se hacía pasar una pequeña cuerda que, a su vez, estaba atada a una campanita que asomaba sobre la superficie. Si la persona estaba enterrada viva, sólo tenía que tirar de la cuerda, para que la campana sonase. De esta forma, más de uno fue "Salvado por la campana", literalmente.
Un artilugio de esos que demuestran el ingenio del ser humano antiguo es el reloj- vela. A una vela se le hacían marcas que indicaban el intervalo de tiempo que el fuego tardaba en consumirlas. De este modo, al observar hasta dónde se habían derretido, se podía saber qué hora era. Incluso más interesante es que se les podía añadir una especie de "alarma" de lo más analógica. Se clavaban clavos pesados en cada intervalo, de modo que, al ser consumida la cera, éstos caían sobre el plato metálico que servía como base, funcionado como si de una especie de reloj de cuco se tratase.
4. La guerra más corta de la Historia.
La contienda oficial que duró menos tiempo de la Historia fue la guerra Anglo-Zanzibariana (sí, el Zanzíbar al que hace referencia el inquietante libro de este post). El 27 de agosto 1896, el sultán de Zanzíbar inició un golpe de estado contra Inglaterra, ya que los zanzibarianos eran colonos ingleses. A las 9 de la mañana, la Marina Inglesa bombardeó el palacio del sultán. A las 9:45 se rindieron los rebeldes. ¡La guerra más corta de la Historia duró 45 minutos del reloj!
Resultado: Quinientos zanzibarianos muertos, y un inglés herido.
¡Espero que os hayan gustado!
EduPE.
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