George Stinney, el niño de catorce años ejecutado en la silla eléctrica.
Aunque actualizo el blog con una asiduidad que da risa, no he podido contenerme al conocer la historia de George Stinney, la persona más joven del siglo XX ejecutada en Estados Unidos.
Entiendo que es un post algo tétrico, pero la injusticia racista que me dispongo a narrar cumple con todas las características para ser recogida en este blog ya que, además de ser bastante cruda, cuenta con el ingrediente de que se extendió durante setenta años. Allá vamos.
El protagonista de hoy es un niño de catorce años llamado George Stinney. Nacido en Carolina del Sur en 1929, este chico de raza negra sufrió una clamorosa injusticia racista.
El 24 de marzo de 1944, los cuerpos de dos pequeñas; Betty June Binnicker (once años), y Mary Emma Thames (ocho años), fueron hallados. Las pruebas analizadas en el escenario del crimen determinaron que les habían asestados sendos golpes en la cabeza con una pesada viga, mientras recogían flores en el campo. Ambas encontraron la muerte en el acto.
Al día siguiente, el pequeño George fue detenido por la policía, y lo encerraron hasta la celebración del juicio. Nadie llamó a sus padres y, por supuesto, en ningún momento fue asistido por un abogado. Fue tratado como si no fuera un preso humano.
Justo un mes después de los hechos, se celebró el juicio en el Condado de Clarendon. Por las características del caso, el tribunal que decidiría sobre la culpabilidad de George sería un jurado popular (conformado por personas sin estudios de derecho). Tras la elección del mismo, que curiosamente estuvo conformado por personas de raza blanca en su totalidad, la vista completa duró cinco horas.
Para alguien que no esté familiarizado con los tribunales, este tiempo le puede parecer suficiente, pero hay que matizar que los delitos que son juzgados por jurados populares, suelen revestir una gravedad importante. Si sumamos esta característica al desconocimiento que los miembros del jurado suelen tener sobre la ley, lo más lógico es que nos encontremos ante casos cuyo enjuiciamiento suele tardar días.
Tras celebrar el juicio, en el que se practicaron todas las pruebas que se consideraron pertinentes, los miembros del jurado se retiraron a deliberar.
Esta segunda parte del juicio es clave, pues en ella, las personas que han de decidir deben pensar y valorar cada prueba practicada en el acto de juicio y, después de conformar un argumento propio, deben ponerlo en común con el resto de los miembros del jurado para, a la mayor brevedad posible (suelen pasar hasta días), llegar a una opinión común a todo el jurado.
Solo cuando alcanzan esta argumentación, pueden decidir sobre la condena o absolución del acusado.
Sabiendo esto, es alarmante matizar que el jurado encargado de deliberar sobre la culpabilidad de George Stinney tan solo tardó diez minutos en condenar a muerte en la silla eléctrica al pequeño. Las leyes del momento trataban como adultos a los chicos a partir de catorce años, de ahí la gravedad de la condena.
En este tiempo, es obvio que no deliberaron nada, teniendo desde el principio la condena decidida.
Certificado de Ejecución |
El 16 de junio de 1944, y tras casi tres meses de cautiverio sin ningún tipo de conocimiento de lo que había pasado, George Stinney fue ejecutado en la Penitenciaría Estatal de Carolina del Sur, por ser considerado culpable de dos cargos de asesinato en primer grado, convirtiéndose en la persona más joven en ser ejecutada en Estados Unidos en el siglo XX.
Por si quedaba alguna duda de que el verdadero culpable consiguió burlar a la justicia haciendo que el pobre chico pagara por él, la jueza Carmen Tevis Mullen decretó en 2014 (setenta años después de lo sucedido), que el ejecutado George Stinney era inocente.
Al volver a valorar las pruebas que se llevaron a cabo en el acto de juicio, consideró que el arma homicida (una enorme viga), pesaba más de diecinueve kilos, por lo que es impensable que un chico de catorce años pudiera siquiera levantarla y, mucho menos, aplicarle la fuerza suficiente como para golpear a las dos niñas en la cabeza y quitarles la vida en el acto.
Por ello, se le exoneró y se determinó que habían sido violados multitud de derechos fundamentales y constitucionales en el proceso seguido contra el chico.
Aunque George Stinney no pudo salvar su vida de la trampa que le tendieron siendo un niño, su nombre se pudo limpiar siete décadas después.
pd. Es interesante añadir, que la película La milla Verde, de Frank Darabont, está inspirada el caso de este chico.
EduPE.
Comentarios
Publicar un comentario